jueves, 31 de diciembre de 2015

Un año más...

Estaba tumbada, intentando dormir un rato en vistas de esta noche de celebración y de las pocas horas de descanso de las últimas semanas. Y no he sido capaz. Mi mente me la ha jugado, y se ha puesto a dar vueltas ella sola. Un año que se acaba, ¿y a dónde me ha llevado? En casi todos los aspectos ha sido un año amargo y decepcionante por el ritmo al que avanzan las cosas.

Acabé el 2014 con la moral alta y mucha motivación. Mil proyectos en mi mente, de los que quería cumplir al menos unos pocos. Algunas cosillas pequeñas las he conseguido, con más expectativas que resultados satisfactorios. Otras me han llenado de orgullo sólo momentáneamente, para después dar paso a un sentimiento derrotista. La pendiente ha sido ligera pero constante, siempre hacia abajo, con algunos despuntes temporales. Amigos, gente que creía que sería importante, y se han ido sin dejar rastro, sin saber por qué, si fue culpa mía o de nadie. Simplemente ya no están. Gente que no me ha deseado más que mal, y a ratos lo ha conseguido. Gente que podría ayudarme y no ha mostrado más que la más absurda de las indiferencias. Situaciones que me han vencido ampliamente por su peso. Hechos amargos porque ya no volverán para remediarlos.

No ayuda a hacer balance positivo la ya longeva maldición navideña. Esta época es proclive, todo el mundo lo sabe, a problemas de salud, accidentes y otros hechos que quedan todavía más remarcados por ser las fiestas más memorables del año. Pero lo de mi familia ya no puede ser considerado un cúmulo de casualidades. Desde que murió mi abuelo la mañana de Navidad de hace unos 15 años, no hemos pasado una sola navidad sin pisar un hospital o un tanatorio, estando exentos el resto del tiempo. Éste año no ha sido para menos. Ha sido el año de las amputaciones. Dos personas diferentes en menos de una semana. Demasiada casualidad para mi ya atribulada memoria.

Sigo sin trabajo. Sigo estudiando sin ninguna motivación, buscando... algo. Sigo en un piso compartido con personas que no me caen bien y a las que no caigo bien. Sigo estancada, definitivamente. Y sé que es sobre todo cuestión de actitud. Pero ya me cuesta el simple hecho de levantarme de la cama, pocas fuerzas me quedan para todo lo demás, que no es poco. Sigo sin conseguir llevar a cabo todos los proyectos que tengo en mente, falta de ayuda, de medios... de ganas ya a veces...

Pero aunque la pendiente haya sido constante hacia abajo, también ha sido leve. No todo ha ido mal. Han habido pequeñas chispas de brillantez y felicidad. De nervios, orgullo, satisfacción y sorpresa. Me llevo también cosas buenas de este año. Destaca especialmente entre ellas la Isla Esmeralda, primer viaje desde hace años, tanta gente a la que tenía ganas de conocer y tanta gente a la que no conocía de nada y me han recargado las pilas un poquito, germen de nuevos proyectos, e impregnándome en deseos de volver. Gracias a la serie de circunstancias que me han permitido asistir, y ojalá tenga pronto una nueva oportunidad.

También ExpOtaku, punto de inflexión en mi vida actual por todo lo que me ha aportado, y a toda la gente que implica, compañeros, amigos y colegas. Si nombrara a todos no terminaría, y seguro que me olvidaría de algunos. Sabéis quiénes sois, lo que habéis hecho por mí y lo que he intentado hacer por vosotros.

Y otros sucesos y personas que no tengo claro en cuál de los lados de la balanza poner, pero que me han enseñado. Me han enseñado a seguir, aunque sea sola. Me han enseñado a sacar fuerzas de donde no quedan. Me han enseñado a improvisar en un mar de caos y desesperación. Me han enseñado que todavía puedo, que no debo darme por vencida hasta haber agotado todos los recursos, incluso los que están fuera de mi alcance. Quién sabe a dónde me puede llevar todo ese esfuerzo, pero no lo sabré si nunca lo intento, si el miedo me hace a un lado y pierdo antes incluso de haber jugado.

No sé cómo lo haré, cómo conseguiré que mi cabecita funcione correctamente de nuevo, de qué inesperado lugar volveré a sacar fuerzas, pero seguiré caminando, me levantaré cuando me caiga, cargaré con lo que haga falta y me llevaré por delante lo que se me interponga. Ya veremos dónde estoy dentro de otro año.

Y dónde estaréis vosotros.


martes, 1 de diciembre de 2015

Cificon, federaciones, proyectos, chorradas y desvaríos...

Prometí reseña de la Cificon, lo sé, pero ha sido un mes de locos. Por encima de todo a causa de la asociación. La necesidad de organización continua en una asociación con tantos socios exigentes es bastante agotadora, aunque sólo sea porque tiene siete meses de vida y queda mucho trabajo por hacer. Y la cosa empeora cuando todo son trabas y desgana por parte de organismos y agencias. Seguimos sin campo (en gran parte porque soy un desastre, lo reconozco), sin seguro (Reale se ha puesto puñetero con el seguro de RC y accidentes), pero al fin hay secretario desde la dimisión de la anterior secretaria, lo cual al menos me alivia una pequeña carga (aunque me cueste dejarla ir).

Pero hay ámbitos en los que sí vamos avanzando de cara al 2016: la I Ligas Rías Baixas va por buen camino, aunque sin fecha definida debido a la falta de seguro. Estamos (estoy) organizando también una liga de softcombat por equipos, a falta tan sólo de las oportunas modificaciones del reglamento de Softcombat Arena (Madrid). Y hay planeado torneo, de palabra por el momento, y es posible que el plan B sea totalmente imprescindible (digamos que la organización de la Boom no me termina de inspirar confianza), pero la intención es que haya torneo de softcombat puntuable para el primer semestre de 2016.

Además de eso, están las federaciones de softcombat y de jugger. En la primera, pese al futuro puesto de vocal solamente, he decidido tomar las riendas de las redes sociales y el blog, que se estaban muriendo un poquito, además de realizar el ranking. Y en la segunda al fin se están organizando las comisiones oportunas, y como no tengo suficiente trabajo (nótese la ironía), me he apuntado al comité de comunicación, encargada de las notas de prensa, las traducciones y la imagen pública de la federación.

A mayores, ya que seguro que todo eso os parecen nimiedades, no estoy pasando por un buen momento personal, será cosa de que se acerca Navidad, fecha a la que, quien me conozca un poquito, sabe que le tengo muchísimo miedo, por razones muy variadas pero muy constantes año tras año. La cuestión es que todo eso forma una pelota que parecía muy pequeña al principio, y que ahora no estoy muy segura de si ha crecido mucho o yo ya no tengo fuerzas de tanto mantenerla lo más arriba que puedo.

Podría sumar el equipo de jugger, pero es una carga ligera, al menos por el momento, pero cuyos entrenamientos, evaluaciones y tejemanejes me tienen también bastante ocupada y me impiden relajarme temporalmente.

Pero yo he venido aquí a hablar de Cificon, ¿o no? La verdad es que es un evento que me ha dejado con sentimientos encontrados. No ha sido un mal evento, pero tenía un regusto un poco amargo. La actividad fue bastante menor de la esperada, los apuros de organización nos pusieron piedras en nuestro propio camino, y por ello, pese a lo pequeño del evento, supuso un gran esfuerzo. Así como en la Expotaku intentamos siempre buscar algún momento para pasear, desestresarnos, saludar y hablar un poco de banalidades, en Cificon, pese a tener tiempo, a mí personalmente me fue imposible relajarme. Si estaba sentada en el stand me empezaba a agobiar, bar era un no parar, si paseaba me deprimía... Sumado a más problemas personales, la falta de dinero como motivación para curiosear por los stands y el estrés que llevábamos encima de la pre-organización, supuso un mazazo.

Pero no todo fue malo, para empezar sacamos una experiencia que considero que nos ayudará mucho en el futuro, sobre todo respecto a organización. Expotaku es un evento formado y estructurado de antes de que nosotros llegásemos, así que considero que éste fue NUESTRO primer gran evento, y hemos aprendido mucho con él. Además, me llevo muy buenos recuerdos, algunos personales guardaditos para mí, algunos divertidos como el torneo de softcombat con sables láser y otros apocalípticos como las dos inundaciones consecutivas de nuestra habitación y la consecuente expansión de Industrias Pepe hacia las piscinas indoor. Ha sido un evento que nos ha unido aún más y nos ha dejado también ganas de un poquito más, nos ha hecho conocer a gente maravillosa y reencontrarnos con buenos amigos sin tener que esperar un año para ello. Así que, pese a todo lo malo, no lo cambiaría.



PD: Aprovecho para recordar a despistados que tengo aún dos espadas láser a la venta, verdes, por 15 €, y todos los escudos que hice para la Isla Esmeralda, a sus respectivos 20 y 25 €. Foticos al final de mi álbum.

PD2: Los pases de la Cifi eran chulísimos, y quiero un corset porque es la cosa más cómoda que existe.